Mi llegada a la carrera fue más una consecuencia que una causa. Consecuencia porque la misma aparece como un resultado de varios factores que fueron determinando mis últimos años de escolaridad. Uno de ellos, quizás el principal, fue la incertidumbre sobre que camino universitario seguir: no había nada en particular que atrajera mi atención de manera significativa. Esta situación me frustró en un primer momento, pero luego analicé: ¿ Se puede realmente a los 17, 18 años acertar en la decisión sobre que quiero ser y que quiero hacer el resto de mi vida? Seguramente mucha gente logre hacerlo, pero no era mi caso y no debía frustrarme por ello.
Por lo tanto evalué las distintas opciones según los gustos que tenía. Sumado a esto, otro factor importante fue sin dudas el estudio paralelo y profesión que decidí hacer hasta entonces, que está relacionado con el diseño, publicidad, ventas, marketing, etc.
No fue difícil entonces resolver que mi carrera debía estar asociada con la publicidad. La pregunta era: ¿ Dónde estudiarla? La respuesta no demoró más de unos minutos: La Universidad de Buenos Aires. La decisión fue sencilla ya que tengo una cuenta personal pendiente, porque mis padres empezaron distintas carreras en esta universidad y ambos tuvieron que dejarlas por distintos motivos. Mi objetivo estaba claro: empezar y terminar esta carrera en la UBA.
Y acá estoy, cursando Taller de Expresión I, materia que ya curse anteriormente, en otra cátedra, y no pude finalizar. Otra cuenta pendiente por saldar, que espero logre cumplir a fuerza de voluntad, perseverancia (y tiempo) que fueron los motivos por los cuales no pude terminarla la primera vez.
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